sábado, 28 de septiembre de 2013

6: Inesperado



6.Inesperado
-James, ¿por qué nos hemos ido? ¿A dónde vamos?
-Vamos a ir a desayunar fuera, aquí no creo que podamos.
-Pero ¿por qué? , si es por lo que ha dicho Sarah, no te preocupes, sé que lo dijo por molestar, y que no estoy gorda.
-No es por eso, no quiero que ella se sienta mal, desde siempre me tuvo a mi y a Mikel, solamente, su madre pasaba más tiempo en Idris que con ella, es cierto que cuando estaba con ella era la mejor madre que había visto aparte de la mía, pero cuando no, ella sufría mucho.
-Ah, vaya -le dijo Mary con una voz un tanto decepcionada, aparentemente no era la única chica importante para él. -Bueno, y entonces ¿a dónde vamos? -Le dijo intentando ir más rápido que él, para no mostrarle su cara de decepción.
-Vamos a ir a una cafetería que está cerca, hacen unas tostadas  muy ricas.
-¡Ah! menuda decepción… yo pensé que íbamos a comer platos como las alas celestiales de Rathiel, la sangre del ángel más poderoso…no sé algo que comerían los mitad-ángeles normalmente.
-Ha, menuda imaginación tienes, ¿pensabas que los nefilims comemos cosas extrañas?, pues lamento darte esta noticia, pero no es así, pese a tener sangre angelical, también tenemos sangre humana. Y comemos como todos los humanos.
-Vaya…
-Bueno, pero también conozco uno que si sirve comida para los seres mágicos, ¿a lo mejor quieres ir?
-No gracias, no quiero comer gran cantidad de carne ensangrentada ni refresco de sangre, ni nada que coman las hadas…
-Vale, vale lo cogí. Venga vámonos te quiero enseñar algo
-Mientras no sea un esqueleto de un ángel ni nada por el estilo.
-Pues vaya… y yo que tenía pensado presentarte a mi amiga la zombie y su novio el extraterrestre.
-Vale, vale, eso sí.
-Era broma, es cierto que existen seres mágicos, pero de momento no se ha descubierto ningún extraterrestre, a no ser que los demonios cuenten como ellos. Y las zombies no existen.  
-Ah… pues vaya.
Mary y James se dirigían a la azotea del instituto, ella le preguntaba que iban a ver y él siempre le respondía lo mismo <<ya lo verás>> Cuando por fin llegaron a la azotea, delante de ella se mostraba una moto, negra. Según había oído las motos de los vampiros se diferenciaban de las demás por tener poderes demoníacos, y esta era obvio que los tenía.
-Pensé que las motos endemoniadas de los vampiros sólo pueden volar de noche.
-Ya, y así es, pero esta no es una simple moto con poderes demoníacos , la tunee un poquito y ahora también tiene cierto poder angelical, por lo que ahora podemos volar incluso de día.
Al verla más de cerca Mary se dió cuenta de que tenía alas a los costados dibujadas a lo largo de la moto, en un tono blanco roto que contrastaba perfectamente con el negro azabache de ésta.
-¿Puedo montarla? - Antes de que James le contestara con un sí, ella ya estaba sentada encima de la moto deseando saber si la respuesta iba a ser un sí. Y por suerte para ella fue un sí. Y lo hizo, pero ella tenía que cumplir una condición, dejar que James se sentara con ella en la moto. A lo que ella respondió:
-Aquí tienes miles de motos, entonces ¿para qué necesitas montarte conmigo?
Antes de que ella pudiera darse cuenta, James la había besado de nuevo, este beso fue más suave, más delicado, dejando a Mary con ganas de más.
-Debo protegerte Mary, si algo te pasara mientras estás encima de mi moto, me sentiría culpable. ¿No es esa razón suficiente?
-James… -Cada vez que James le decía esas palabras hacía que el corazón de Mary se ablandara  y quedase derretido por todo su cuerpo. -Esta bien, sube. Pero antes…-
Ella se abalanzó sobre él y le plantó un beso rápido seguido de un abrazo.- Gracias, por estar conmigo en estos momentos.
Pese a la sorpresa que se llevó James en aquel instante, respondió a su abrazo y le pasaba la mano por el pelo. Mientras pensaba <<¿En serio piensas que ese beso fue suficiente para saciar mi hambre de ti?, hoy lo dejaré pasar, porque lo iniciaste tu pero ya veremos más adelante.>>
-Entonces ¿a dónde vamos?
-Está cerca, agárrate bien, yo dirijo desde atrás.
-No es justo, quería conducir yo, a la vuelta lo harás te lo prometo.
-James, ¿a dónde crees que vas?
-Ah… Mamá

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